Ya en Vanitas Trilogía (2020-2023), la cuestión del futuro, concebido como una temporalidad no lejana y profundamente arraigada en el presente, empezaba a tomar forma.
En Vanitas Marte, por ejemplo, veíamos una forma diferente de viajar al Planeta Rojo, muy alejada de los trabajadores soñados por la industria high tech.

En esta nueva investigación, 2050, el futuro está muy cerca, casi presente, pero futuro al fin y al cabo.
Las estrategias se multiplican para viajar en el tiempo con paciencia, colectivamente, dejando espacio tanto a la desesperación como a los sueños. Esta investigación pone en marcha un cruce transdisciplinario. Realizamos entrevistas para recolectar la idea del futuro en diferentes círculos sociales. La entrevista como material audiovisual nos permite poner en primer plano al espectador. Este entramado de voces conecta planos antropológicos, psicológicos y sociales.

La obra comienza con una proyección video:
“en esta obra no hay intérpretes. Bahh sí, ud es el intérprete”

Los espectadores devienen eje en el trabajo, habitan el espacio escénico y generan movimiento a partir de su propia conexión con el tiempo, respondiéndo a las preguntas planteadas por el video en relación a fechas importantes de su propia vida y a otras fechas comunes que nos envuelven colectivamente y moverse en el espacio como manera de sentir, corporalmente, la categoría tiempo.

Todos los movimientos generados en esta obra permiten crear puentes para imaginar el 2050. Así, Leslie Cassagne y Agustina Sario dibujan criaturas que van viajando en el tiempo como modo de conectar capas de la historia y abrir un oráculo hacia 2050 junto a las y los espectadores.

Esta investigación propone una futuridad creacional que parte de lo que hoy, desde nuestros cuerpos, podemos sentir, elegir e imaginar.